8 de diciembre de 2008. Miguel Ferrer (un habitual de mi blog tanto por los cargos que ocupa (coordinador institucional del CSIS en Andalucía, presidente de la Fundación Migres y director de la Casa de la Ciencia) como por las criticas de la que es objeto por gran parte del sector ecologista y científico, que lo tiene catalogado como un ‘biopolítico’ con intereses más económicos que ambientales), anuncia en el periódico El Mundo un gran avance: el molino inteligente.
“Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Fundación Migres ultiman un dispositivo capaz de detectar la presencia de aves y su trayectoria, con el fin de detener las palas de los aerogeneradores para evitar su muerte”, decía el reportaje publicado hace más de 6 años y continuaba segundo que “el investigador del CSIC, Miguel Ferrer, explicó a elmundo.es que en las primeras pruebas de laboratorio realizadas con el aparato, éste ha sido capaz de detectar a las aves a unos 750 metros del molino” y anunciaba que “el prototipo del grupo investigador continúa la fase de ensayos en el campo para pasar a la fase posterior de producción dentro de unos meses”. Han pasado exactamente 73 meses (más de 6 años) y aún no se ha instalado ni un sólo molino inteligente en el Estrecho de Gibraltar, según explica Francisco Montoya especialista en energía elica y coordinador del grupo ecologista Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra: “hay centenares de personas contratadas para tareas de vigilancia en los molinos eólicos, cuya función es avistar pájaros y ordenar la parada de los aerogeneradores si hay riesgo de colisión de aves”. Montoya aclara que esta tarea “manual” se lleva a cabo desde 1999 y no hay ningún molino inteligente que haya sustituido a estas personas hasta la fecha.
El anuncio de Ferrer de los ‘molinos inteligentes’ en prensa se producía después de que la elevada mortandad de aves en los molinos eólicos llevase a las autoridades ambientales de Andalucía a ralentizar la producción de electricidad de 38 máquinas en La Janda, Cádiz. Se da la circunstancia de que la Asociación Eólica de Tarifa es una de las entidades patronas de la Fundación Migres y que firmó un convenio en 2003 con esta fundación de ámbito privado -presidida por Ferrer desde su creación- por el que la Fundación Migres hace cargo de la coordinación y vigilancia ambiental de sus parques eólicos, así como de las medidas ambientales asociadas por un periodo de 20 años. Tal vez eso explicase también que junto con el anuncio del molino inteligente inexistente, el equipo que llevaba a cabo el proyecto publicase una investigación en la que se “demostraba” que no existe relación entre los estudios previos de peligrosidad y la mortalidad real de aves en los parques eólicos. De nuevo los datos, de Fundación Migres que coinciden con los entregados por la delegación de medio ambiente de la Junta al Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra (COCN) años después revelaban lo contrario: un incremento de la mortandad de aves a causa de los molinos eólicos, según publicaron varios expertos del COCN desmontando así una operación de marketing científico a favor de los parques eólicos del Estrecho.